Irene, madre de Berta (2 meses), bronquiolitis del lactante.
«Berta, mi hija de 2 meses, se despertó resfriada, con un ojito enrojecido y con mocos; su hermana Silvia de 3 años, había estado resfriada, como todos los niños y niñas del parvulario. Por la noche, no pudimos dormir mucho… Berta no respiraba bien y a primera hora de la mañana fuimos a su pediatra, que al ver el descenso de peso que había hecho, nos derivó al hospital. Allí lo vieron claro, la auscultaron y le miraron la saturación de oxígeno. Y nos dijeron: es bronquiolitis. Le cogieron una muestra del moco para saber que tipo era y nos enviaron a casa con el famoso ventolin y con la condición de que al final de la tarde volviésemos para ver la saturación. Era jueves y si el viernes no había una mejoría evidente, Berta se quedaría ingresada, porque según la doctora, el estado de la bronquiolitis, aún siendo inicial, le estaba haciendo una afectación muy aguda.
Por suerte, una amiga me habló de Pilar, una fisioterapeuta respiratoria que iba a su casa a enseñar a su hijo a sacar los mocos…Le pedí su teléfono y la llamé. Le expliqué el caso y al día siguiente vino a casa.
Después de auscultarla y de mirar todos los informes del hospital, me explicó en qué consistía el tratamiento. Me quedó claro que lo más importante era evitar que el moco quedase enganchado en el fondo de los pulmones y que ella haría lo posible mediante un masaje, para conseguir que la mucosidad fuese subiendo para poder ser expulsado.
Berta cada vez estaba más tranquila, hasta el punto de quedarse dormida. Su tranquilidad me ayudó a relajarme un poco, aunque la angustia por el nuevo control en el hospital aún existía.
Cuando llegamos al hospital, el médico que nos recibió llevaba los papeles para hacer el ingreso; que como era tan pequeña y había un brote de bronquiolitis, decidió guardarle una cama. Pero cuando la exploraron… su cara cambió totalmente, y la pregunta fue:
– ¿Le habéis dado ahora el ventolin? El aire entra mejor…
No se lo habíamos dado, aún faltaba una hora para dárselo. El médico al comprobar la saturación vió que era del 98%, nos miró y nos dijo:
– Realmente ha mejorado muchísimo, no sé que habéis hecho.
No sabía cómo explicárselo, le enseñé el folleto y le explique lo que habíamos hecho. También le comenté que habíamos añadido homeopatía.
El médico nos animó a continuar con el tratamiento de fisioterapia, nos libramos del ingreso y nos marcó nuevos controles durante el fin de semana.
El lunes, Pilar volvió a hacer tratamiento a Berta, y respondió igual de bien, hasta quiso comer durante más tiempo (ya no se ahogaba). Aquel lunes nos dieron el alta en el hospital, solo deberíamos realizar los controles con la pediatra y el ventolin sólo teníamos que hacerlo por la noche o si la veíamos muy apurada en algún momento.
Hicimos una nueva sesión el jueves, y al lunes siguiente la pediatra vio tan bien a Berta que nos dejó retirarle le ventolin definitivamente.
Gracias a la fisioterapia respiratoria, Berta ha superado una bronquiolitis en un tiempo breve, el tratamiento con ventolin lo pudimos reducir rápidamente. No fue necesario un ingreso y la mejoría fue evidente el mismo día, con un médico ajeno a Pilar que lo pudo constatar.»